jueves, 22 de octubre de 2009

NOTAS DE MI IDEARIO POLITICO

Por: Arturo Muskus Villalba.
Considero que hablamos lapidariamente de Cuba, de Venezuela, de los países de Alba, pero nunca hablamos de nuestra verdadera y catastrófica situación económica social y de una guerra generada por más de 100 años de injusticas sociales, cuyos estragos sobre la dignidad humana sobrepasan a los generados en esos pueblos, criticados hasta el vilipendio más inaudito.

Nunca hablamos de la pobreza física y cultural de la gente de estratos bajos en este país, sumida en un letargo de vida paupérrima con las pésimas costumbres adsorbidas en su mismo entorno, que culminan sometiendo al hombre raso en la delincuencia. En Colombia lo único que a cabalidad se aplica constitucionalmente es el derecho a la propiedad privada y su protección, no importando los atentados sociales que por ésta se cometan. Pero nos rajamos en justicia social: un ejemplito sencillito: si no lo saben, la aplicación de la ley para los roba gallinas, personajes cuyo entorno de pobreza, ignominia e incultura social los apuntaló al delito; pero así mismo se observa la laxidad de esa misma ley para los exponentes de una oligarquía ignorante de la problemática social colombiana, cuya condena ejemplarizante no va más allá de la caso o mansión por cárcel, donde casi siempre se continúa con el delito.


También nos rajamos en educación, con la alternativa de las personas de escasos recursos a seguir siendo pobre y miserable o si acaso un técnico, porque las universidades privadas, que son casi todas, cubren su demanda en los estratos 4, 5 y 6 (no porque se necesiten profesionales en Colombia), sino porque las universidades públicas están en la total bancarrota o déficit presupuestal, que es la única alternativa del pobre. Las carreras técnicas brindan pocas oportunidades para que una persona de bajos recurso realice una labor de superación a su favor o a su comunidad, por acciones encomiables destinados a logros participativos.


Nos rajamos en salud. Nos rajamos en reforma agraria con un 88 % de las tierras productivas a manos de un 12% de colombianos (agravado por el paramilitarismo). Nos rajamos en nutrición del pueblo: salgan un rato de su aire acondicionado y vayan ustedes a ver lo que comen en la chinita, en la manga, en las Malvinas y verá porque aquí se mata todos los días. Mientras en la incultura del pueblo seguramente si hay para el ron y el bazuco. Pero eso sí, de los causantes de nuestras desgracias: los políticos tradicionales que vegetan en el congreso, terratenientes y burgueses a todo dar, nadie habla, que son más dañinos para la paz que las mismas FARC y los paramilitares Juntos. De esa oligarquía borracha de la buena vida, de Chivas Reagals en los clubes sociales, donde serruchan el futuro mío y de nuestros hijos, nadie habla, pero si lo hacen de Chávez, de Correa y Ortega etc.

Prefiero que ustedes me llame comunista, resentido social y hasta guerrillero, siempre y cuando me reconozcan que no soy de esa sociedad en decadencia, con acceso al capital y la política, para legislar favorablemente a mis intereses. Soy pensante que el hombre más digno de América se llama Fidel Castro Ruz. Creo que el ideario de la conciencia social y el resarcimiento del hombre como centro del universo se va expandir por toda América y la oligarquía se quedará como los exiliados cubanos en Miami: “los que nunca tendrán patria” porque no regresaran más a esa bella isla, pues a la gente como yo, no nos da la gana. Señores burgueses de Colombia, rebosados de la buena vida y todos su placeres: no hablen tanto en sus medios del expansionismo de Chávez, y miren ustedes un poco más las barbaridades que su mesías les produce Álvaro Uribe Vélez: los falsos positivos, la Yidispolitica, el escándalo de los sinvergüenzas de sus hijos en la zona franca de Mosquera; la ferias de las notarías, etc, etc, etc. Mientras tanto los medios de comunicación propiedad de monopolios se han llenado con programaciones que conllevan con la mentira y la corrupción, como la infidelidad, el homosexualismo, etc., porque se genera audiencia y dinero tergiversando el pensamiento bueno de un pueblo inculto política y culturalmente, que acepta las láminas de eternit, los bulticos de cemento y los treinta mil pesos por el voto.