domingo, 12 de septiembre de 2010

PANAROMA POLITICO ACTUALIZADO DEL CONFLICTO EN COLOMBIA.

POR: Arturo Muskus Villalba

En Venezuela ocurrió lo mismo. La democracia fue utilizada como la máquina trituradora de las oportunidades, alimentadas con la desgracia de una gran masa de clase media y baja sumidas en la ignominia y la incultura política. Son élites dotadas de todos los requerimientos para llegar a ocupar cargos fundamentales dentro del engranaje gubernamental y que sólo tienen el objetivo de propender para sus intereses. En América latina, y en especial Venezuela se ha dejado a un pueblo pobre en su mayoría sin las oportunidades mínimas para la búsqueda de una verdadera vida digna, no importando la condición social y económica de los venezolanos y con la complicidad de los partidos políticos tradicionales, COPEI y ADECO; esos que entraron en una corrupción total por falta de oposiciones patrióticas, serias, y en complicidad mutua total. Igual pasó en Colombia con la hegemonía de los partidos liberal y conservador. Es por eso que desearíamos que nunca jamás volvieran al poder y que el destino los condenara de por vida a los confines del olvido por todos los colombianos y los venezolanos. Son casos patéticos, pero en Colombia las oligarquías y burguesías corruptas cuando se vieron asediadas por las guerrillas comunistas (FARC, ELN, M19) formalizaron el paramilitarismo o movimientos de autodefensas. Los ingredientes que le dieron el hálito a las guerrillas, fueron el gamonalismo político, el terratenientismo, la consolidación de los privilegiados en el poder, la manipulación de la justicia, el acceso exclusivo a la educación superior por los privilegiados ante la bancarrota de las universidades públicas, y la falta de garantías y de la presencia del estado en zonas recónditas de la patria. Hoy día reconocemos que el paramilitarismo, como fuerza de choque y al servicio de una población casi toda pudiente y amenazada, fracasó rotundamente, pues con el desmonte de parte del paramilitarismo, precisamente por quien lo legitimó (Álvaro Uribe Vélez) y con la aplicación laxa de justicia a sus implicados en un proceso de paz, mal llamado, verdad justicia y reparación, la guerrilla aún campea en las montañas de Colombia. Es triste que estas guerrillas tomen ese camino de lucha improductiva y con el título de terroristas, olvidando que hoy día América Latina está cambiando democráticamente su iniciativa políticosocial, en aras a la búsqueda de soluciones verdaderas con el logro de la suma felicidad en cada latinoamericano, germinando así la semilla que sembró en esta tierra buena el libertador Simón de la Santísima trinidad Bolívar, sueño que lo llevó a una vida de sufrimiento y decepción.

Siendo gobernador de Antioquia el expresidente Álvaro Uribe Vélez, fundó las Convivir, llamadas cooperativas para la defensa en zonas municipales y rurales, legitimando así una forma de violencia tal, que los colombianos hoy recordamos y recordaremos siempre con gran tristeza y resignación. Cualquier solución al problema de la inseguridad generada por la sedición debió ser mejor a la estrategia de la creación de las nefastas autodefensas bajo los gobiernos de Virgilio Barco, Cesar Gaviria, Ernesto Samper y Andrés Pastrana. Se debió tal vez dotar, modernizar y/o aumentar el tamaño de las fuerzas armadas; traer fuerzas legitimas de paz; buscar la intervención internacional o cualquier otra estrategia que no fuera precisamente armar a un pueblo alimentado por el odio y la intolerancia trasmitida generación en generación a lo largo del siglo veinte. Con la legitimación de las convivir, hoy, casi veinte años después, afirmamos que le causó la muerte a más de treinta mil colombianos, en su mayoría olvidados por el estado, como población vulnerable: las víctimas eran casi todas campesinos y pescadores inocentes asediados por todas las partes del conflicto y dados de bajas en masacres como Mapyripan, El Chengue, El salado, Pueblo Viejo, etc. Hoy día el hallazgo de fosas comunes es el pan nuestro de cada día, incrementándose cada vez ese sentimiento de impotencia, repudio y tristeza por todos los colombianos de bien, que aman la paz y la búsqueda incesante de la igualdad social. La verdad, podría avalarse el paramilitarismo como un craso error, porque jamás se le debió entregarle armas a un pueblo con un pasado de tanta violencia a cuestas en el siglo veinte, contada por la historia del pueblo colombiano, ese que vio los albores del siglo veinte con el infeliz cuadro de las cenizas que dejaron la guerra bipartidista de los mil días. Lo peor es que el paramilitarismo no solo fue impotente en la erradicación de la guerrilla, sino que entró al plano político, presionando a alcaldes, gobernadores, ministros y en general cualquier forma de labor o gestión en las tres ramas del poder público. No excluyéndose en ninguna instancia las fuerzas armadas de Colombia, del cual se comprobó que actuaron en hermandad total con el paramilitarismo, como demostración de su impotencia en el control del orden público. El paramilitarismo se alió con el narcotráfico, controlando el negocio y abandonando la verdadera razón de su creación, además de utilizar las grandes rutas de este nefasto comercio. Igual lo hizo la guerrilla, quien utilizó el secuestro y cualquier estrategia de desestabilización del país. Colombia requiere un sistema de gobierno más social, más del pueblo y que definitivamente se excluyan de una vez las políticas neoliberales sugeridas por la Escuela Monetaria de Chicago que ha coaccionando con el accionar del Fondo Monetario Internacional, para la aplicación del neoliberalismo a toda América Latina, como contraprestación al acceso al crédito mundial y el aval económico de las naciones poderosas. El sistema neoliberal puesto en práctica por el presidente Cesar Gaviria desde el año 1991, ha traído en Colombia más concentración de la riqueza, con las consecuencias del aumento del desempleo, de más cinturones de pobreza, corrupción, delincuencia, narcotráfico y subversión. Las personas de mi talante han entrado a opinar muy precariamente en los medios de Colombia, como coadyuvante en la toma de conciencia de una población cada vez más sumida en la pobreza, representada en las clases bajas y en las casi desaparecidas clases medias. Realmente tenemos miedo, pues opinar así en este país es ser osado y temerario. La aceptación de mis comentarios en este blog ha sido tan categórica, que me hurga la responsabilidad de seguir en mi labor, con los métodos democráticos que es la única herramienta usada en esta noble gestión. Esperamos sus comentarios no importando si son antagónicos a mi pensamiento y también esperamos aumentar cada día más la lista de nuestros amigos.
ARTURO MUSKUS VILLALBA