La verdad de Arturo Muskus V
"He aquí la causa por el cual en América Latina las cárceles están
abarrotadas de personal que antes de violar la ley crecieron en un ambiente inadecuado
para el logro de un ciudadano ideal, que es la base del desarrollo de una
patria estable
progresista y en paz".
Los
altos valores de plutocracia y nepotismo en Colombia son cada vez más
evidentes. Cada gobierno eleva estos adefesios de un verdadero
estado de derecho, convirtiendo a los ricos en más ricos y los pobres en más
pobres. En Colombia es muy difícil salir de la pobreza, contrario a lo que
siempre dicen los que tienen capital y poder: “es que el pobre es flojo y bruto”.
Error craso, pues en Colombia las alternativas para superar la pobreza son cada
vez más menudas y gaseosas. Es que nunca salen a reconocer lo que se siente y
lo que se vive inmerso en una barriada de estrato bajo de cualquier ciudad de
Colombia. Lo he dicho muchas veces: se respira ignominia, ignorancia,
insolidaridad, resignación de esa pobreza, falta de valores humanos, tráfico de
drogas y su consumo, convivencia con el delito, hacinamiento, descuido a la
persona y desorden en la natalidad familiar sin recursos económicos. Es lógico,
existen muchísimas excepciones, pues así mismo existen núcleos familiares que
por alguna causa han caído en la desgracia conservando valores éticos y morales
que les permiten vivir con dignidad y en paz, pero permanecen sumidas en un
letargo de vida, resignándose a la pobreza. Existen otras que han sido presas
de sectas religiosas que les mutilan el ímpetu por la superación, en la constante
lucha por llevar una vida mejor, logrando un ambiente sano para toda su
familia.
Existe
mucha verdad cuando se opina que en Colombia y en América Latina la pobreza es
sólo de actitud. La gran mayoría de pobres se resigna a vivir
en medio de la pobreza y algunos en la miseria, invirtiendo lo poco que devengan
en objetos baladíes no propendiendo por su presente ni en su futuro. Los pobres
en Colombia son influidos por el mensaje más emitido por los muy productivos
medios de comunicación: “tome águila, sin igual y siempre igual”, dicha oración
publicitaria, la que he oído desde que tengo uso de razón al entrar a la tienda
de abarrotes, en las avenidas con inmensas vallas publicitarias de bellas
mujeres diminutamente vestidas induciendo al desprevenido ciudadano al vicio; la
oigo en las emisoras, las veo en la televisión y en toda las formas de prensa.
Después
de la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, líder inmolado por la derecha colombiana,
los conservadores que estaban en el poder aducían en los medios de prensa y
radio, que era la chicha, esa bebida fermentada de maíz, la que embrutecía día
a día a los rebeldes liberales. Fue por ello su prohibición en 1949, bajo el
gobierno del Presidente conservador Mariano Ospina Pérez. De la realidad de
hoy, nótese que la cerveza es simplemente una chicha tecnificada, más higiénica
pero con el mismo poder de producir la borrachera, por ende la brutalidad,
mientras enriquece a quien la produce masivamente. En Colombia, los estratos
uno y dos, consumen siete veces más cerveza que los demás estratos en las
ciudades y zonas rurales.
En
Colombia la buena educación como fuente de desarrollo básico está sectorizada
entre estratos medios y altos; especialmente la educación superior, porque el
gobierno posee poca gestión y presupuesto para hacerla llegar a todos los
niveles sociales, porque el ICETEX (fondo para financiar la educación superior),
es un vulgar negocio del estado que solo beneficia a todo aquel positivo en bienes
o fiadores. Aun siendo verdad que la
educación superior llegara a todos los colombianos, los pocos valores
arraigados en individuos de bajos niveles conllevarían con la deserción de
estudios profesionales y técnicos, perdiéndose la inversión realizada por el
estado. Aún así, influye en la deserción de estudios superiores la precariedad
de vida, pudiendo ser calamidades familiares propias de la pobreza, la falta
del recurso para el transporte, compra de textos, alimentación; en general apoyo
familiar. Los jóvenes que conllevan con los malos hábitos sociales, casi siempre
son los que respiraron el ambiente de barriadas inmersas en la total pobreza e
ignominia y están destinados al fracaso de cualquier trazado que mejore su
formación como persona, y por ende de su calidad de vida. Así es que,
acostumbramos a observar en los barrios de alta pobreza, a cualquier hora
laboral, jóvenes sumidos en el ocio y la holgazanería: desocupados en las
esquinas, en juegos de dominó en tiempos laborales, al comentario soterrado juicio
a personas (el chisme), aspecto que
tarde o temprano los lleva al delito o el vicio. Entonces me pregunto, cuál es
la solución? Cualquier persona me respondería: educación. Pero cómo formar
estas personas no sólo en aspectos académicos, sino en éticos, en valores
morales y civiles, en relaciones sociales y convivencia, que al fin y al cabo
son los que más apuntalan a la verdadera formación humana. Aduzco que con mucho
trabajo social, llegando a cada hogar a conocer su problemática, con
estadísticas, con sanciones ejemplarizantes contra aquél culpable de la mala
formación familiar. Pero en Colombia no hay nada de esto. El Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar es de poco resorte y así mismo el Ministerio
de Educación en las políticas escolares de programas involucrando los Padres de
familia. He ahí la causa que en América Latina las cárceles están abarrotadas
de personal que antes de violar la ley crecieron en un ambiente inadecuado para
el logro de un ciudadano ideal, que es la base del desarrollo de una patria
estable progresista y en paz. Es imposible que un país salga adelante cuando
ningún gobierno ha puesto fin a la problemática más relevante que afecta al
tercermundismo: llámese ignorancia.
Pero
quien se ha aprovechado de la ignorancia del pobre? aquellos que no siendo mecenas de la ética, ni de la moral, ni de la
solidaridad, tiene la capacidad férrea al trabajo, a la superación, y a
desarrollar diestramente una labor que conlleve con la consolidación de un
estatus aceptable de vida. Y quiénes son? los de siempre, casi siempre: los que
lograron consolidar fortuna y que tienen la facilidad de dominar, de doblegar en
la competencia de la vida productiva a ese ignorante incapaz de mantener la
firme convicción de la superación, por los motivos establecidos.
Me
refiero a una masa acomodada denominada
por los franceses en el siglo 18 como burguesía. Normalmente es utilizado en la economía
política, y también extensivamente en filosofía política, sociología e historia.
Designa a la clase media acomodada; aunque su utilización inicial y su uso
específico en las ciencias sociales o en el ideológico (especialmente en la fraseología
marxista) tienen muy diversas variantes y matices. Así mismo las altas elites
políticas y propietarias de activos relevantes de un país, llamadas oligarquía,
que de una forma u otra pueden influir
en el diario trascurrir económico y
político. La oligarquía, en la ciencia política, es una forma de gobierno en la
que el poder supremo está en manos de unas pocas personas, generalmente de la
misma clase social. Los escritores políticos de la antigua Grecia
emplearon el término para designar la forma degenerada y negativa de aristocracia,
(literalmente, gobierno de los mejores). Estrictamente, la oligarquía surgirá
cuando la sucesión de un sistema aristocrático se perpetúe por transferencia
sanguínea o mítica, sin que las cualidades éticas y de dirección de los mejores
surjan como mérito reconocido por la comunidad, siendo esta definición muy
cercana a la de monarquía.
Los
oligarcas, dueños del poder y de
propiedades (de tierras, de industrias o de grandes acumulaciones de
dinero), son los poseedores de fuerza en la dirección política gracias a sus influencias
económicas. Es un grupo minoritario de personas, pertenecientes a una misma
clase social, generalmente con gran poder e influencia, que dirige y controla
una colectividad o institución.
No
se trata de exaltar lucha de clases en un país como Colombia ávido de paz después
de una guerrilla imbatible por 50 años; se trata de denunciar las causas que conllevan
a la casi indefectible injusticia social sobre las masas menos favorecidas
dentro del desarrollo del capitalismo, pésimamente formado por una sistemática
clase privilegiada, dueños del poder político y el capital. Es sabido que para
la burguesía y la oligarquía es fácil desde el poder y la política superar
ampliamente estas masas vulnerables y condenarlas de la pobreza por siempre. Es
más, la toman como trampolín cuando con cincuenta mil pesos y una botella de
ron le compran su miserable conciencia electoral. Será esta la causa de la
izquierdización de América latina desde los inicios del siglo 21? Será que el
pueblo está reaccionando desordenadamente sin mejorar su grado de ignorancia política.
Los
de vida acomodada en Colombia, los del goce
sin control de todo aquello que ha de generar placer y buena vida, nunca se
detienen a observar pasajes de vida en un ambiente precario a irrespirable de
un barrio citadino de alta pobreza, producto de las consecuencias de la
violencia rural y de la provincia, que ha generado asentamientos donde
nunca llega la ley ni el orden. Simplemente la burguesía y la oligarquía
colombiana, que actúan en sinergismo, han dejado solo al gobierno en la lucha
contra la pobreza, sin la erradicación de deplorables hábitos comunitarios, que
es consecuencia de lo que hoy con tristeza observamos en los medios de
comunicación. No obstante tenemos el coraje de sorprendernos en cuadros periodísticos
de total irracionalidad, cuando en el fondo deberíamos saber que en la suerte
de esta gente todos somos culpables.
Es
claro que los favorecidos de este sistema político colombiano rechacen estas
afirmaciones. Seguramente aducen que han trabajado honradamente su capital, que
generan trabajo (el salario miserable que nos pagan) que aportan parafiscales como
ICBF y SENA, que pagan los impuestos puntuablemente, y cualquier otra justificación
donde se autoexoneren de esta realidad. “Simplemente han dejado solos a los
gobiernos en la lucha contra la pobreza física y moral de muchos colombianos”. En
Colombia escasean fundaciones de ayuda a los necesitados, por ejemplo: las ONGs
para la realización de obras sociales, de donaciones y servicios de
alimentación gratuita para personas víctimas a la violencia y de escasos
recursos, el apadrinamiento a jóvenes desprotegidos, etc. La dura realidad es
que la mayoría de estas organizaciones funcionan únicamente para administrar contratos
con el estado, manteniendo tras bambalinas un negocio rentable y constante que
en el fondo a nadie beneficia. En Colombia las entidades sin ánimo los de lucro
no existen; son simplemente entidades para enriquecerse en nombre de un falso
apostolado. “nadie ha dado una sola puntada en la confección estatal sin la
protección de un dedal. Somos expertos en maquillar cifras destinadas a
declarar impuestos y obligaciones. Es decir, predicamos como corderos pero
actuamos como lobos.
El
caballo de combate más usado por la oligarquía en Colombia es la promesa de la
disminución de la pobreza, llevándose lanza en ristre cualquier efecto de
verdad. Es fácil promocionar la disminución
de la pobreza sobre todo con la más leal de las entidades estatales: el DANE, dizque
descentralizado, que elabora estadísticamente cifras generosas a favor del
gobierno de turno, pero la realidad es que nadie le cree.
Sólo
me queda afirmar, que hemos dejado solas a las clases más pobres y vulnerables
en Colombia. Que omitimos el llamado de las cinco grandes religiones del mundo
de amar al prójimo como a nosotros mismos. Sin embargo cuando un individuo nos
hace daño inmerso en los malos hábitos de vida, en las drogas y por supuesto en
la pobreza, pudiendo ser con el hurto de una necesidad u objeto suntuario, entonces
pedimos miles de rayos y centellas contra esa persona, que como ser humano ha
sido proscrito socialmente, desconociendo
que también somos culpables de esa realidad
social.
Escrito por Arturo Muskus V.