martes, 20 de julio de 2010

EN DEFENSA DE INGRID BETANCOURT

El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Jesús de Nazareth.

Las heridas de la guerra

Apreciados amigos.

Es fácil criticar los errores de las personas cuando no tocamos la fibra de sus sentimientos y las laceraciones por los golpes que la vida genera. Me refiero al caso de Ingrid Betancourt, quien fue secuestrada, ultrajada, violada, separada de su familia, vilipendiada social y políticamente. Su proceder es parte de traumas irreparables producto de una consecuencia más de nuestra guerra interminable desde hace 50 años, que fueron motivos para llegar a cometer desaciertos lamentables contra la patria. Todos criticamos porque como colombianos nos duele su siniestra alternativa de demandar a la nación con semejante suma. Su accionar es de evidente confusión y desorden de ideas. Pero también debemos dilucidar que ella como ser humano: sometida a una horrible vida en la selva, cuyos traumas actuales según psicólogos especializados en temas de secuestro, son de tipo irreversible casi siempre, pudiendo padecer gran variedad de enfermedades mentales, connotados en depresión, esquizofrenia, miedo, inseguridad, claustrofobia, etc. Los que critican su error no son capaces de censar su agonía de vida, porque nadie conoce sus goteras por dentro. Dijo Jesús el Nazareno hace más de 2000 años: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Acaso en Colombia nadie ha evadido impuestos, nadie ha sobornado, nadie ha comprado los votos de los ignominiosos, nadie ha acaparado alimentos básicos en medio de nuestra pobreza tercermundista, nadie ha sido infiel a su mujer, nadie ha denigrado hipócritamente de su mejor amigo, nadie ha sustraído los activos sagrados de la nación. Nos ensañamos a toda de la manera más satírica y mordaz contra Ingrid Betancourt, no sabiendo que ahora mismo es ella una desadaptada social a la vida que llevamos todos los colombianos y como desadaptada está pensando y actuando. Recuerden lo declarado por los norteamericanos en varios apuntes periodísticos después del rescate: que Ingrid y demás secuestradas procedían indignamente para lograr favores en medio de la precariedad y el desazón; y si eso es cierto, esos recuerdos la deben estar torturándola letalmente y le impiden tal vez con impotencia visible una readaptación a el logro de una vida equilibrada. Los invito a que reflexionemos y miremos a Ingrid Betancourt, no como una traidora o como vil infame contra la labor de la patria sobre ella, sino como víctima de la guerra. Recuerden las consecuencias de la guerra de Vietnam sobre los veteranos, que muchos murieron en hospitales mentales después de proceder absurdamente sobre la sociedad que los amaba. Por favor logren saber el verdadero momento de la confusa vida de esta mujer y de su sufrida familia, que en parte ella misma puede culparse de su infortunio, porque fue advertida y con su conocido proceder prepotente e insensato procedió camino a su desgracia.

Arturo Muskus Villalba
CC79.313.609 de Bogotá.
muskusalimentos@yahoo.com